Borrando el chupetón
Estuve buscándole en internet como borrar un chupetón, obvio no quería que me cacharan tremendo moretón en el cuello en pleno verano, ni como ponerme sweater o una bufanda. Rascándole en internet me encontré el remedio ideal, frotar suavemente con una goma blanca de lápiz la zona afectada. Neto pensé que era broma, pero estaba dispuesto a probar de todo. El foro donde lo vi publicado traía buenos comentarios de otras personas que lo habían probado.
Parado frente al espejo, tomé la goma y como si quisiera borrar una operación mal hecha de matemáticas en papel, comencé a frotar suavemente el chupetón de mi cuello.
La receta decía que debía uno hacerlo varias veces al día hasta permitir que la sangre amoratada se disolviera.
Parado en el espejo recordaba al cabrón que me lo acababa de hacer la noche anterior, futa que química en la cama, desde que lo conocí me tenía babeando. Ese día no podía hacer mucho porque él estaba con su pareja y yo con la mía. Primero me las ingenié para averiguar su apellido y buscarlo en Facebook. Lo encontré creo demasiado rápido. Ya estábamos platicando al tercer día de habernos conocido en el bar y al siguiente jueves ya estábamos quedando en vernos para tomar un café.
Claro que el café sirvió sólo para esperar a que mis roommates ya estuvieran en sus cuartos para poderlo meter al mío.
Seguía yo tratando de borrar el chupetón… frotaba y frotaba, parecía que la mancha nada más se hacía más grande, pero la receta decía que eso iba a pasar.
Nos hicimos de todo, cuando estás con alguien que te despierta tanta química sexual en la cama pareciera que es imposible parar, con el solo hecho de estar ahi probando lo prohibido sudaba yo, a el parecía que se le salían los ojos ahí empiernados. Tan pendejos que hasta sin condón lo hicimos. Nos babeamos de arriba a abajo. Me aplicaron un gancho no sé como, que entre de perrito y casi totalmente sobre la cama me tenían dándome que ahí sentí ese mordisco en el cuello.
Dejé descansar de borrarme la marca del cuello por un par de horas, sentía el cuello bien caliente. Y ahora si, ese remordimiento. Se supone que tengo que salir a cenar con mi pareja en un par de horas y esta marcota está más grande que al principio, quiero llorar. Es la primera vez que le pongo el cuerno y jamás habíamos hablado de abrir la relación. Tampoco que tengamos una mala vida sexual, al contrario, cuando lo hacemos es delicioso, obvio, hacerlo con amor.
Pero el sexo con este otro wey fue fabuloso, estoy muy tentado a repetirlo, pero ahora si pondré reglas de no morder, no succionar y sobre todo no enamorarse, saber que es sexo por el placer de ser sexo. Creo que no hay gomas blancas suficientemente grandes como para borrar eso de la cabeza. Saber que traicioné, que estoy poniendo el cuerno, que acabo de caer en el juego de que “los gays son así, no saben ser fieles”, ya caí en esa estadística.
Al rato volví a darle un poco más a la goma al cuello y mágicamente los puntitos se estaban desvaneciendo, en serio, si funciona. Al día siguiente no se me notaba nada, pero yo ya estaba planeando una siguiente escapada con el amante, qué débil soy, o qué fácil soy. No lo sé aún, ya les contaré después.
Fuente: EneHache