Historias De Armarios: Una cuestión de respeto
Hace poco te contábamos acerca de la iniciativa de una organización española para instalar el 11 de octubre como Día Internacional para Salir del Armario, una tradición que en Estados Unidos lleva más de 20 años.
Desde aquí sumamos nuestro aporte para concientizar sobre la importancia de abandonar el armario, por más cómodo que parezca, a través de las experiencias de nuestros lectores.
Hoy les traigo la historia de “Luck_7”, que es la de un chico tímido, víctima del acoso escolar y los condicionamientos familiares, que un buen día se hartó de todo eso y decidió hacerse respetar. El camino que “Luck_7” encontró para lograr ese respeto fue, precisamente, salir del armario, y no una, sino varias veces, siempre. Sigue el salto para leer esta historia.
Recuerda que tú también puedes enviar tu historia de armario, a través de este formulario. Solo tienes que recordar tu mejor anécdota y contárnosla como te surja. Los usuarios cuyas historias resulten seleccionadas y publicadas en este espacio obtendrán tres meses gratis de acceso ilimitado a Manhunt.
Todos tenemos historias de armarios. ¡Cuéntanos la tuya!
– Leandro
UNA CUESTIÓN DE RESPETO
(historia de armario de “Luck_7”)
Antes de empezar mi historia, les platicaré algo de mí. Soy una persona muy tímida y callada, algo retraída, pareciera que ando en las nubes. La realidad es que siempre supe que había algo diferente en mí, desde muy pequeño. Aunque soy discreto y nunca he sido de darme a notar, sufrí acoso escolar; era el típico niño que se dejaba humillar y pisotear por cualquier idiota.
Mi historia comienza en la Universidad, en una clase de una materia llamada “Desarrollo Humano Integral”. Ese día el profesor nos llevó a un aula apartada y empezamos a hacer un ejercicio que consistía en hablar sobre el peor momento de nuestras vidas, cómo había sido y qué habíamos aprendido. Uno a uno mis compañeros fueron contando sus experiencias, pero yo sentía mucho miedo de que llegara mi turno y tuviera que darme a conocer tal cual soy.
Aunque por ese tiempo yo ya les había contado a dos amigas de mi clase y también le había dicho a otro compañero que me gustaba y que quería tener algo con él, esto era diferente. En fin, después de varios relatos, llegó mi turno. No sé qué pasó dentro de mí, qué me impulsó, (tal vez fueron las experiencias malas que había vivido, siempre con el miedo al qué dirán), pero me di cuenta de que no podía estar cargando esto toda mi vida y me decidí a contar cómo le dije a mi mamá que era gay. ¡Recuerdo que las manos me sudaban mucho y sentía el corazón a mil!
Mis palabras fueron estas: “Antes que nada, no sé si sepan que yo soy gay. Mi experiencia no ha sido muy diferente a las de ustedes, porque creo que todos hemos pasado por situaciones malas en la vida. Mi mamá se enteró porque me cachó con unas revistas xxx. Su reacción no fue muy buena en ese momento; empezó a llorar y a decirme que ya sabía que había algo diferente en mí. Luego me preguntó abiertamente si yo era gay. Armándome de valor, le dije que sí. Imagino que era mucha su desesperación y tristeza, porque empezó a decirme que tal vez estaba confundido, que cómo iba a saber si algo no me gustaba si no lo intentaba, es decir, si no me daba la oportunidad de tratar a una mujer”.
“Algo dentro de mí sentía que, si me callaba como siempre, las cosa iban a seguir mal, entonces le dije que siempre fingí que me gustaban las mujeres, y le hablé sobre los malos recuerdos que tenía de cuando era un niño, de todas las palabras que me decían mi papá y mis dos hermanos varones cuando me encontraban jugando con muñecas, de lo que sentía cuando ella misma alimentaba mi miedo, amenazándome con sacarme a la calle vestido de niña, de la forma en la que mi vida no era como yo esperaba. Le aclaré muchas cosas, empezando por explicarle que me gustaba lo que era, un hombre; que si su temor era que saliera o me vistiera de mujer, eso jamás iba a pasar. Le expliqué que había mucha gente como yo, viviendo una vida normal y teniendo un comportamiento normal. Que ser gay no implicaba que me comportara o me vistiera como mujer. Tal parece que mis palabras no le agradaron mucho, porque en ese momento me dijo que mientras viviera en su techo iba hacer las cosas como ella dijera, que me iba a llevar con un psicólogo y si no me gustaba le iba a decir a mi papá”.
“Pero tal fue mi enojo, que mi respuesta fue esta: ‘Créame que yo jamás voy a dejar de ser lo que soy por darles gustos; yo no voy a sacrificar mi felicidad por ustedes, porque no siempre van a estar, y el que va a vivir una vida de mentiras voy hacer yo. Yo no quiero ser algo que no soy, ni fingir algo que no siento. Le pido que me apoye y no me juzgue por lo que soy, ni tampoco se sienta mal, ni piense que falló, porque es algo que siento, y siempre he sentido’. Ella salió del cuarto, sin más. Fue una semana difícil.”
Cuando terminé de contar mi historia, las caras de mis compañeros de clase eran de asombro, incluso la del profesor. Yo imaginé que me dejarían de hablar, pero no; cada uno de ellos me felicitó. El profesor me dijo que era un muy buen comienzo, que había estado viendo cambios buenos en mí, y me preguntó cómo iba ahora la relación en mi casa. Le conté que había mejorado, que me estaban aceptando tal como soy, y que yo me sentía mejor conmigo mismo. Ese día todo mejoró, y mis compañeros comenzaron a respetarme.
¡Gracias, “Luck_7”, por compartir tu historia de armario!