Ocurrió en Manhunt
Manhunt hace posible que muchos hombres se pongan en contacto a cada minuto, durante todo el día, en todas partes del mundo. Es natural, entonces, que entre tantos encuentros se den lugar las anécdotas, algunas más graciosas y otras más emotivas. Seguramente tú también habrás vivido alguna que merezca la pena contarse.
Por eso te invitamos a compartir tus experiencias en nuestra plataforma de contactos. ¿Qué te ocurrió en Manhunt? ¿Has conocido a un chico inolvidable? ¿Te has reencontrado con un viejo amor? ¿Te han roto el corazón? ¿Has experimentado el mejor sexo que jamás hayas soñado…?
Para participar, solo tienes que acceder a este formulario y contarnos lo que te ocurrió en Manhunt. Nosotros iremos publicando tu anécdota y la de otros usuarios en este mismo espacio.
Sigue el salto para leer una anécdota que, a modo de ejemplo, le pedimos prestada a nuestros amigos del Manhunt Daily.
– Leandro
OCURRIÓ EN MANHUNT: “EL CAPITÁN DEL EQUIPO DE NATACIÓN”
En la escuela secundaria yo estaba en el equipo de natación. En ese entonces las “novatadas” eran un rito inevitable y aterrador para los que recién nos sumábamos al equipo. Recuerdo que había un grupo de psicópatas que nos humillaban constantemente, dándonos nalgadas en las duchas y otros tantos maltratos.
Pero de todos, el peor era el capitán del equipo. En mi opinión, era el más vengativo y el más loco, pero también el que estaba más hot. Como sea, este tipo hizo de mi primer año un infierno. Empezó a llamarme “homo” con tanta frecuencia que lo convirtió en mi apodo oficial. ¡Lo odiaba! Pero también me excitaba, porque estaba súper caliente…
Los cinco años de secundaria pasaron muy rápido. Hace relativamente poco, estaba yo de vacaciones de la Universidad, cuando recibí un guiño en mi perfil de Manhunt. La descripción parecía coincidir con lo que yo estaba buscando y sus fotos eran muy calientes, aunque no mostraba su rostro.
Empezamos a hablar y, aunque era un poco imbécil, también era gracioso y me terminó agradando. Me excitaba porque era un poco “mandón” y no tenía ningún problema en ordenarme lo que yo debía hacer. Aunque se negó a darme una foto de su rostro, su cuerpo estaba muy bien y accedí a concretar un encuentro.
Me dio la dirección de su casa, que quedaba bastante cerca de la mía. Cuando estaba a mitad de camino, me di cuenta de que me dirigía hacia la casa de mi ex capitán del equipo de natación. ¡Todo tenía sentido! El cuerpo tenía el mismo aspecto, la misma edad, la actitud. Lo último que sabía de él era que había abandonado el colegio y había comenzado a trabajar como entrenador en un club de natación local.
Una parte de mí pensó que debía volverme… Pero finalmente decidí ir de todos modos. Llegué a su casa y llamé a la puerta. Cuando él la abrió, se veía bastante confundido, pero poco a poco cayó en la cuenta de por qué estaba allí. Lo pude ver en su rostro: comenzó a dibujarse una lenta sonrisa. “Sabía que eras un marica”, dijo antes de tirar de mi camisa y meterme su casa.
Me tomó prisionero y me hizo desnudar de inmediato. Me miró y dijo: “Has crecido un poco más, homo”. Luego me forzó a ponerme de rodillas para verlo desnudarse. Su cuerpo todavía estaba increíblemente hot. Se quitó los pantalones cortos (sin ropa interior) y liberó su pene endurecido.
“¿Qué estás esperando?”, preguntó. Absolutamente nada. Prácticamente me sumergí en su pene y comencé a chuparlo como si me estuviera muriendo de hambre. Después de unos diez minutos, se detuvo y me dijo que esperara allí. Esperé de rodillas en su sala, hasta que volvió trayendo un speedo. “Ponte esto”, dijo. “Voy a estar esperando arriba”.
Me puse el speedo y subí a su dormitorio. Él estaba acostado en la cama, boca arriba, con su pija bien dura. “Vamos a continuar desde donde dejamos. ¡Súbete!” Me acerqué y continué chupándosela. Mientras tanto, él me acariciaba el culo a través de la tela y me daba alguna nalgada. Finalmente, me bajó el speedo y comenzó lentamente a meterme un dedo en el culo. Luego otro. Yo gemía de placer.
Después de un rato, me hizo poner sobre cuatro patas. Luego me arrancó el speedo, se puso un condón, se lubricó y metió su enorme polla en mi culo. Gemí con satisfacción. Se puso a trabajar de inmediato, fuerte y rápido. Con una mano tiraba de mi pelo hacia atrás y con la otra me azotaba el culo. Me cogió como quiso y yo estaba muy feliz.
¡Claro que el tipo seguía siendo un imbécil! Pero en esa ocasión nos separamos de igual a igual. Es posible que nos hayamos reunido unas cuantas veces más, pero eso es otra historia…