Cuando el gay es el que discrimina
Hace una semana un nuevo elemento se unió al equipo de trabajo de la empresa. Amanta del cigarro, de no rasurarse la barba, camisa desfajada y una onda así de “yo vengo a cambiar el mundo” pero ante todo muy sociable y por lo que se percibía buena persona.
Después de haber sido presentado por el jefe a todo el personal se salió de la oficina a seguir con su recorrido por la empresa. Acto seguido del fondo de una oficina se escucha la voz “afeminada” de uno de los compañeros que gritaba a los cuatro vientos:
“¿Vieron esa cosa?; pero que feo está, se ve que ni se baña, ay no que asco sólo eso nos faltaba, no no no, pero qué culpa tenemos nosotros para que nos traigan a eso”, algo así quitando algunas palabras.
Entonces recuerdo que volteo y le digo: “¿Oye y tú quién eres para juzgar a una persona por su físico si ni lo conoces?” – Continúo – “siempre haces lo mismo pero como te enojas cuando alguien te molesta porque eres homosexual y tu eres el primero en criticar a los demás sin conocerlos”.
¿Qué hizo? Fingió que le hablaban por teléfono y me ignoró. Sólo me dio risa.
Es frustrante, castrante, molesto y desgastante trabajar con alguien así. Por algo no consideran superficiales, banales y peor que una concursante de Miss Universo.
Si nos ponemos a criticar a los demás tal vez si empezáramos por nosotros mismos nos quedaríamos calladitos porque sabemos que todos tenemos defectos pero hay quienes creen que “no se les notan”.
Tal vez me estreso a lo tonto pues sé que él nunca va a cambiar; así es su forma de ser y así es feliz y algunos lo aceptan pues no es del agrado de todos por la forma en que habla de los demás.
Critica a los demás como si fuera encargo del mismo Dios. No se fija en su persona, en su posición socioeconómica, en si esas palabras denigrantes que emite le pueden acarrear un problema.
Yo intento ser feliz, hasta que dan las 12 del día que es su hora de entrada…
Fuente: EneHache