Hombre, no blanco, mujer, homosexual, pasivo. Esa es la escala del valor de una persona en esta sociedad doble moral, llámenme paranoico, pero lo considero cierto. Conforme vayas bajando los escalones de esa escalerita tu valor como ser humano en esta sociedad machista va disminuyendo; sociedad en la que ser hombre heterosexual de raza o rasgos caucásicos es estar hasta arriba y ser homosexual es bajo y donde ser homosexual pasivo es aún más abajo, apenas arriba de travesti o transexual. Ahora bien, se podría hacer todo un ensayo sobre la discriminación que se hace por sexo, raza, tamaños, etcétera, pero en esta ocasión lo que me interesa es hablar sobre lo que significa ser pasivo hoy en día. Si bien a los homosexuales (término que no me gusta usar mucho) se nos ha discriminado desde los principios del tiempo, a nosotros los homosexuales pasivos se nos sigue discriminando implacablemente por las mismas personas que deberían considerarnos como iguales.
En este mundo ser gay ya es mal visto pero por lo menos si eres tú el que se coge al otro tipo no hay tanto problema porque de cierta forma tu masculinidad queda intacta y no te rajas, como diría Octavio Paz. No eres tú el que se abre y queda expuesto, aquel que se abre ese es el que claudica y abandona su papel de hombre, es por eso que recibe las mismas descalificativas que se dan a la mujer, es el quien se vuelve inferior. Considero yo que esa es una razón por la cual muchos activos no quieren aventurarse a adoptar otro rol, por toda la carga social que traería consigo el rajarse, el abandonar su hombría. Ya en la antigua Grecia y en Roma se hacía una gran diferencia entre estos dos papeles. Penetrar era socialmente bien visto, mientras que ser penetrado era algo que se reservaba únicamente a los jóvenes o esclavos y peligro si te gustaba, pues cargarías un fuerte estigma social, al igual que el hombre maduro que se dejara penetrar. Parece algo cruel esta situación pero hoy en día de forma más sutil si se quiere, se sigue viendo esa distinción entre ser activo y ser pasivo.
Hay situaciones que no alcanzo a comprender como ver a algunos que son completamente activos tratar a quienes toman el papel de pasivos cual si fueran mujeres, dirigiéndose a ellos con adjetivos femeninos o comportándose como machos castigadores. Pero creo que lo que menos entiendo es ver como hay hombres pasivos que se han metido en ese rol de ser mujeres y hasta quieren sentirse mujeres en el acto sexual. Podrán decirme “sobre gustos no hay nada escrito” y es cierto, cada quien decide como le gusta actuar en la intimidad, sin embargo creo que muchas veces estas actitudes no siempre son consensuadas y se dan porque socialmente ya están preestablecidas. En la vida diaria se dan muchas muestras de descalificación a los pasivos, basta con mencionar los términos pasiva o loca, los cuales se utilizan como una forma de descalificar a otros. He visto tanto en las redes sociales como para denigrar a alguien siempre se utilizan los términos ya mencionados, los activos tan masculinos y varoniles se jactan de haberse cogido a medio mundo mientras que haber sido cogido ya te convierte automáticamente en una puta, justo como en las relaciones heterosexuales, ser el que coge es signo de admiración, mientras que ser el cogido es sinónimo de burlas.
Desde mi punto de vista todo se basa en los estereotipos, ideas preconcebidas de como debe de ser un grupo de personas, en este caso de quienes adoptamos el papel de pasivos. También somos hombres, sin embargo se sigue teniendo la idea de que quien es pasivo debe de ser más femenino, que tenemos que ser bien putos y cuya única función es satisfacer a nuestros hombres en la cama. Todo lo que he mencionad se basa en lo que he visto y vivido, puede que ustedes no concuerden pero pongámonos a pensar un poco, ¿estaré alejado de la verdad?
Fuente: EneHache