Quisiera compartir con la comunidad lo que mi hijo escribió para una de las aplicaciones a la universidad. Me conmovió mucho y le pedí permiso si lo podía compartir… Un poco de Elías y Jorge: son gemelos, nacieron en Los Angeles y ahora están estudiando en Syracuse (Elias) y Jorge en Adelphy (Long Island).
Hay quien dice que los hermanos comparten un vinculo mas fuerte que cualquier otra relación, y yo debo decir que mi hermano gemelo, Jorge, y yo hemos pasado por todo. Hemos compartido todo lo típico: como la escuela, el ser buleados, e incluso compartimos el ritual de pasar a ser adultos en un festejo doble de Bar-Mitzvah. “Estar el uno para el otro hasta el final”—ese es nuestro lema. Y así fue el día en que mi mamá me llamó a su recamara, y vi a Jorge desmoronado, llorando en sus brazos. No supe que decir o hacer al verlo sufrir tanto por un inexplicable dolor.
Hasta que al final admitió: -“Elías, soy gay”.
En ese instante respondí, “¿!Y?! Sigues siendo el mismo Jorge de siempre”. Pero en realidad no entendí bien en ese momento lo que acababa de decirle. Yo no estaba listo para comprender aun por que le era tan difícil.
La homosexualidad nunca había sido un problema para mi. Empecé a entender el problema de mi hermano cuando me volví consiente de las opiniones sobre el tema de muchas personas de la comunidad. Recuerdo un día en el que iba caminando al colegio y pasaba un grupo de activistas que levantaban orgullosos unos letreros a favor de la “propuesta 8” (Nota: La Prop. 8 fue el referéndum en las elecciones estatales de California que canceló el derecho de parejas del mismo sexo al matrimonio igualitario). Me dio repulsión al ver que después de décadas de racismo y discriminación, la hipocresía de estas personas que abogaban por la “igualdad en todo el mundo” seguía tan presente. Me di cuenta que al provenir de una familia de raíces hispanas, salir del closet para mi hermano iba a ser mucho mas difícil. Pensé en mis abuelos y familiares, en nuestras raíces judías e hispanas.
Francamente, Jorge no es diferente para mi por una simple “preferencia”. La tendencia entre la comunidad adolescente gay del uso de las drogas y el suicidio estaba creciendo en todo el país, y con ella mi miedo a que le pasara algo a mi hermano. Temía perder la vida de mi hermano como si fuera la mía. Necesitaba encontrar la manera de proteger a mi hermano y evitar la posible perdida de un amigo de toda la vida. Por suerte mi hermano cuenta con amigos que lo quieren y que aprecian su personalidad, su liderazgo. Después de que sus amigos le dejaron claro que no importaba si era gay o heterosexual, que lo querían por cómo es, yo me sentí aliviado.
Me encantó poder conocer un nuevo lado de Jorge cuando por fin empezó a sentirse cómodo con su orientación sexual—el verdadero Jorge. Él no había cambiado como individuo, pero desarrolló un nuevo sentido de orgullo.
Es cierto que con el tiempo las cosas mejoran. No se trata de ninguna “abominación” religiosa, tampoco representa un reto a lo que son las normas de cada género: nada ha cambiado, mi hermano sigue siendo mi hermano. Muchos jóvenes en nuestra ciudad, nuestro país y en el mundo entero se engañan, creyendo las opiniones publicas , con bases falsas. Yo estoy agradecido de que mi gemelo tuvo el valor de pelear por su plenitud. Las opiniones populares muchas veces no son un hecho, y no deben ser tomadas como si lo fueran. “Estar el uno para el otro hasta el final” –este es nuestro lema. Ahora me doy cuenta que esto no debería de ser solo un lema entre Jorge y yo, sino, entre toda la gente del mundo.
Enviado por Debbie Chisi, el ensayo escrito por Elías Varón, traducido por Michelle Aronovich.
Fuente: EneHache