Para muchos hombres esta frase es sólo una ilusión sin pies y sin cabeza, pero para otros es toda una apuesta de vida en la carrera por no llegar solos a la vejez.
Para muchos latinoaméricanos, la idea de vivir juntos y casarnos con el hombre que amamos, es esquiva después de cumplir los treinta años, especialmente por lo escaso que es el matrimonio igualitario en nuestros países. No es fácil escapar al modelo de familia convencional cuando los años de fiesta se han ido. Sin embargo, existen afortunadamente algunos modelos de familias monoparentales que parecen ir abriendo camino.
En Europa el panorama es distinto. El desarrollo en derechos igualitarios hace que cada día sea más común encontrar familias de dos hombres o dos mujeres con hijos compartiendo un domingo en el parque, en compañía de sus parientes más cercanos.
Ojalá nuestro panorama cambie pronto. Alcanzar la edad madura en compañía del hombre que amamos es la consolidación del ideal de familia que tanto procuramos.
– Jorge
Fotos: Men.com