Según estudios, el uso del “popper” se ha intensificado sustancialmente en las prácticas sexuales entre hombres. Descubre de qué se trata y, sobre todo, cuáles son sus riesgos y precauciones.
“No sabes, mañana no vamos a poder vernos”, me dijo. Teníamos una importante reunión de negocios. Él, que nunca cancelaba nuestros encuentros… Es que no había posibilidad que lo hiciese, aún con la gripe escurriéndosele por el labio. -“¿Te pasó algo?, sabes que puedes contarme…” le respondí con una curiosidad que me superaba. Estaba soltero, saliendo incansablemente como una quinceañera, disfrutando de la vida como le aconsejé. -“Van a operarme, después te cuento”.
¿Lo van a operar? Bueno, quizá no era tan grave. -“Me van a operar el culo…” dijo, entre divertido y seco. No pude evitar reír descaradamente. Sobre todo cuando, en el relato, mencionó la palabra “popper” -desconocida para mí hasta ese entonces- y la frase que cerró con broche de oro el momento, “me rompieron el culo”.
Un poco fuerte, sí. Pero pasa. “Popper” es el nombre popular de un narcótico líquido, compuesto por nitritos de alquilo, que se administra por inhalación. Se comenzaron a usar en las discos de los setenta y se vendían en ampollas de vidrio que al explotar hacían el onomatopéyico ruido “¡Pop!”, de ahí su nombre.
Pie de foto: En “Interior, Heather, Bar” de los directores Travis Mathews y James Franco hay guiños al popper en las discos de los setenta. Era el común denominador.
Actualmente, aunque se sigue usando en las discos para sentir un calor que te sube a la cabeza por un par de minutos en el fragor del baile, la mayoría de personas lo usan para tener sexo. ¿Porqué? Por que es un vaso dilatador muy potente.
Ahora te viene en frasquitos que se destapan y es tan volátil que, una vez abierto, los consumidores deben acercar la nariz rápidamente para no perder el contenido.
Pero, ¿qué genera el uso en el acto sexual? El principal mecanismo de acción de este narcótico es relajar y/o dilatar los músculos lisos, incluyendo los de los vasos sanguíneos -como el ano, por ejemplo-, ocasionando una baja en la presión arterial y aumento del ritmo cardíaco, resultando en una sensación de calor y euforia muy breve que dura no más de dos minutos exactos.
Pues bien, justamente su gran beneficio -el de dilatar- es su peor contra: un consumidor que esté teniendo sexo bajo su influencia relaja tanto el músculo que al estar casi anestesiado no siente dolor alguno y no mide la fuerza del acto. Resultando no pocas veces en desgarros anales, vía libre para la transmisión de enfermedades venéreas.
De igual manera, está demostrado que crea tolerancia, lo que unido a la breve duración de sus efectos, lo convierte en un narcótico adictivo y peligroso con elevado riesgo de intoxicación por sobredosis. Incluso según estudios de la Universidad de California está demostrado que su uso destruye células del cerebro.
Hay que recordar también que es un ácido, si cae en la piel o mucosas causa heridas. Cualquier derrame debe ser lavado inmediatamente con agua. Jamás debe beberse, ni inyectarse o inhalarse por la boca, es altamente inflamable y no debe ser consumido por personas inmunodeprimidas, con presión alta, problemas del corazón, anemia, glaucoma, ni mucho menos revolverse con otras drogas como la cocaína o el éxtasis -terribles en sí mismas-.
¡Mejor dicho! Con tantos requisitos, mejor tener sexo “al natural” o ¿ustedes qué opinan?. ¿Lo han hecho bajo la influencia de drogas? Cuéntanos tu experiencia y opinión al respecto, siéntete libre de comentar.
Comparte esta historia en tus redes sociales, quizás a alguien pueda sentirse identificado.
-Koch