La semana pasada, tuvo lugar un intenso y acalorado debate sobre la adopción gay en Colombia, país donde la comunidad LGBT lucha contra corriente por lograr un mínimo de derechos que cada vez parecen más esquivos.
Luego de que la Corte Constitucional de ese país anunciara un debate para conceder el derecho a la adopción por parte de parejas homosexuales, sectores conservadores de la política colombiana salieron al ataque de nuestra comunidad, tildando de ‘peligroso’ dejar a los niños en manos de ‘gente depravada’.
Los insultos iban y venían, especialmente en las redes sociales, en donde se formaron grupos para frenar el derecho a la adopción igualitaria. Uno de esos grupos, era liderado por una antigua fiscal cristiana llamada Viviane Morales, quien se dio a la tarea de recolectar firmas para prohibir la adopción entre parejas gay bajo la consigna: “Los niños tienen derecho a tener un papá y una mamá
Curiosamente, dicha ex fiscal cristiana que clama por el derecho a tener ‘papá’ y mamá’, es madre soltera y tiene una hija abiertamente lesbiana, pero ni siquiera esas circunstancias la detuvieron para atacar la ponencia de la Corte.
Acercandose el día de la votación, los ánimos estaban tan caldeados, que fue necesario pedir un estudio a una Universidad privada para que marcara una pauta acerca de qué tanto afectaría a un niño crecer en un hogar gay. Para sorpresa de todos, la universidad en cuestión (Universidad de La Sabana) emitió un concepto cuya frase más sonora fue la siguiente:
“A los gays no se les debe perseguir ni discriminar. Ellos necesitan nuestra ayuda, porque están enfermos”.
Cuando esto se hizo público, la lluvia de críticas sobre la universidad no se hizo esperar.
Sin embargo, el resultado de la votación de la Corte parecía saberse de antemano.
Finalmente y después de casi dos semanas de espera, la Corte falló negando el derecho a la adopción igualitaria y el camino de nuestra lucha comienza desde ceros esperando una próxima oportunidad en el Congreso.
Es triste ver como el deseo de formar una familia y brindar amor a un niño abandonado se ve truncado por una clase política dominante que prefiere ver a los niños muriendo de hambre en las calles, antes de permitirles formar parte de un hogar gay.
No sé cómo esté el tema en los demás países de la región, pero desde Colombia queremos levantar la voz para no rendirnos en esta lucha que, tarde o temprano, tendrá que dar sus frutos ¡ÁNIMO GENTE! No hay que bajar los brazos cuando se llega el momento de reclamar nuestros derechos.