Antes nos perseguían los inquisidores, los milicos y los nazis. Ahora los grupos religiosos extremistas y los regímenes políticos. Aún peligra nuestra vida por elegir a quien amar.
En un hecho aberrante y de extrema violencia, el grupo yihadista “Estado Islámico” ejecutó a un hombre en Siria, lanzándolo desde un edificio con los ojos vendados, siendo el cuarto ya en dos meses. ¿El “delito” de estos hombres? Ser gays. Ante este hecho, César Cigliutti, Presidente de la Comunidad Homosexual Argentina se lamentó: “Nuestra comunidad LGBTI es la primera que sufre las consecuencias de los fundamentalismos religiosos en todo el mundo”.
Pie de foto: Una de las fotos de medios sirios que trascendió por Twitter.
Cuánta razón tiene César. Fuimos perseguidos por los inquisidores católicos por ser “sodomitas”, término nefasto inventado por ellos para referirse al acto sexual entre hombres, del que parece ser, están exentos algunos curas pedófilos. Ahí se hacen los de la vista gorda.
Nuestros cuerpos torturados ardieron ante la inclemencia de los monjes perversos. A los homosexuales quemados los llamaban “finocchio” (hinojo) porque los envolvían en hojas de hinojo para retardar su agonía entre las llamas y “faggot” (haz de leña) porque los “hacían” literalmente leña. Ambos términos, el primero en italiano y el segundo en inglés, sobrevivieron y son utilizados despectivamente contra nosotros. Pero ya entiendes su origen.
Sin ir más lejos, en otra época, tremendamente oscura para la humanidad, la homosexualidad fue considerada un defecto genético, un signo de inferioridad en la raza. ¿Te suena? Sí, el nazismo también nos confinó en campos de concentración y nos hizo usar bandas con triángulos rosa invertidos, para luego sumarnos a las largas filas del exterminio.
Pie de foto: Bardem interpretando al poeta cuba Reinaldo Arenas en la película “Before night falls” (2000).
Algunos regímenes militares también nos persiguieron. En Cuba éramos torturados y encarcelados. En los difíciles años setenta en Argentina, Chile, Brasil, Paraguay y algunos países centroamericanos, las juntas militares que tomaron el poder nos vejaron y desaparecieron. Y puedo seguir hasta llegar a la actual Rusia donde hay más de cien prisioneros LGBTIQ en prisión por expresar su orientación sexual e identidad de género libre y públicamente.
De manera que mientras estamos cómodos leyendo un blog gay, en compañía de nuestra pareja, buscando una aventura o un affaire, quizás, con alguna que otra ventana porno para nuestro deleite onanista: para un sirio, para un iraní, para un árabe, ugandés, nigeriano, barbadense o ruso, cualquiera de nuestras cómodas posibilidades son un serio problema. Sépanlo.
Y es que millones de ciudadanos LGBTIQ sufren la discriminación, la homofobia y el odio en carne propia. Por más increíble que parezca, en pleno siglo XXI ser homosexual, bisexual, lesbiana y/o transgénero te cuesta la vida.
Pie de foto: Arabia Saudita. Azote en plaza pública a joven gay.
En por lo menos diez países del mundo, según cifras de la ILGA Mundial, ser parte de la comunidad LGBTIQ es estar condenado a la muerte. En más de treinta, aún persisten leyes discriminatorias y largas condenas en prisión. Ojo: Sólo por ser quiénes somos.
Puntualmente los países que castigan la homosexualidad con la pena de muerte son Irán, Mauritania, Arabia Saudita, Sudán y Yemen, así como estados de Nigeria y Somalia. Haciendo de África y Medio Oriente, continentes realmente hostiles para nosotros.
Pie de foto: Buenos Aires. Campaña de la Comunidad Homosexual Argentina, “Curas que matan”, 2012.
En Latinoamérica, si eres homosexual vas a prisión en casi todas las islas caribeñas, entre ellas, Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Dominica, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago, y en territorio continental, el único país que nos condena es la República Cooperativa de Guyana, vecina de Venezuela y Brasil.
Pie de foto: Marcha en Brasil contra la homofobia, enero-2015.
De hecho, Latinoamérica encabeza siempre la lista de crímenes de odio en occidente. El Caribe, Brasil y México son un gran foco de asesinatos, golpizas y violaciones a los derechos fundamentales de nuestra comunidad LGBTIQ.
Seguimos siendo el blanco de odio para aquellos que enmascaran la homofobia detrás de extremismos religiosos y regímenes políticos. La pregunta entre nosotros debe ser: ¿vamos a seguir permitiendo que nos sigan diezmando? Y una todavía más fuerte: ¿vamos a seguir discriminándonos entre nosotros? ¿vamos a seguir señalando al otro por ser menos “macho”, por preferir ser pasivo, por su identidad de género, por ser como es? ¿vamos a seguir hostigándonos? Para pensar.
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-Koch.