Yağlı güreş, escrito en turco, es todo un deporte milenario popularmente conocido como lucha turca o lucha en aceite: al son de los tambores musculosos y varoniles cuerpos enfundados en capas de aceite de oliva agarran algo más que sus kisbets.
Este deporte llevado a cabo propiamente en Edirne, noroeste de Turquía, data del 2650 antes de Cristo y es la competencia más antigua del mundo que se celebra sin interrupción. De hecho en 2010, el torneo anual de Kirkpinar fue inscrito en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Pero -lo voy a decir-, ¿qué es esto más que dos hombres frotándose y agarrándose sensualmente entre el aceite? Pues bien, sí y no. Su práctica se remonta al antiguo Egipto y Asiria, heredada del Imperio Otomano, y hay una concepción sagrada para los participantes llamados pehlivan (héroes) que usan unos pantalones de cuero de becerro o búfalo, zurcidos a mano, llamados kisbet. Los combates se ganan consiguiendo un agarre eficaz del kisbet.
De manera que algo de verdad hay en nuestras dudas acerca de los agarres y frotes. Es un combate cuerpo a cuerpo y la intención final es, paradójicamente, determinar cuál es el macho alfa de todos, quién los puede someter a todos agarrándose únicamente del kisbet.
La razón por la cual los combatientes están bañados en aceite de oliva es tan antigua como su origen: cortesía y equilibrio. De hecho, en el imperio otomano los luchadores entrenaban en centros espirituales donde les enseñaban que el hombre no es sólo materia sino también espíritu. Así, antes del combate, hasta el día de hoy, embadurnan de aceite al contrario como demostración de equilibrio y respeto mutuo.
Y aunque no lo parezca, hay que estar muy bien entrenado para poder combatir. Estos chicos pasan la mayor parte del año preparando sus cuerpos para la arremetida bestial de los torneos, donde emplean toda su fuerza para atrapar y agarrar al otro.
Sin embargo, nuestro placer voyeur consiste no sólo en admirar esos cuerpos trabajados y aceitados como para un pool-dance, sino y sobre todo, el momento en el que introducen las manos en el pantalón del adversario, en un movimiento llamado paça kazık, en el que -dejen volar la imaginación- buscan algún agarre del oponente para que no se les escurra entre las manos. Recuerden que gana el que más tiempo pueda agarrar el pantalón del otro sin que se suelte.
No podría explicar el muy posible dolor de huevos, y porqué no, placer de algunos de estos héroes en un deporte que es orgullo nacional y que transcurre de manera lenta, la intención es cansar al adversario manteniéndolo inmóvil bajo el peso del propio cuerpo.
Todos los julios, bajo el abrasador sol turco, estos muchachotes se reúnen para dar rienda suelta a su pasión turca: ser redentores de la fuerza viril y poseedores del título de héroe nacional al lograr embestir y poseer a sus oponentes. ¿Alguno quiere ofrecer resistencia? ¿Cuánto tiempo pasaría para que alguno eleve el mastil?
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