RELATOS ERÓTICOS: MASAJISTA HETEROSEXUAL.

En Manhunt queremos llevarte al límite. Disfruta del relato erótico que te ofrecemos a continuación.
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“Masajista heterosexual con final feliz, incluye hasta sexo oral únicamente. Servicio a hombres y mujeres”. Eso decía su anuncio. Él era todo un gigoló: encantador, verborrágico, atlético y con una sonrisa arrolladora. Nos conocimos en una red de contactos de masajistas. Jamás se me hubiera ocurrido pensar que su nuevo servicio incluiría una noche de sexo desenfrenada. FOTO 2

Empezamos a chatear. Después de datos técnicos y honorarios, pasamos sigilosos a una videollamada, una interacción que nos alejaba del frío mundo virtual. Intercambiamos pensamientos. Ah, además de atlético, era interesante… aunque su falta de cultura general me dejaba un gustito a sal en la boca. Bueno, total para intelectualidades están los libros… La idea del hombre completo nos fue vendida vilmente por la antigua Grecia, ¡no-existe! ¡El hombre perfecto no existe! La cultura popular nos vende espejismos. “Me gustaría un masaje en el culo”, le dije abiertamente. “Quizá un masaje tántrico…” afirmé serio. FOTO 3

“Para mí lo más importante es que te sientas cómodo siempre”, me dijo con seguridad. Era un vividor… Con la palabra justa se me humedecían las entrañas y me explotaba de sangre la verga. En las fotos se veía un hombre de treinta y pico, carilindo, de estatura media, con barba fina y un cuerpo esculpido de gimnasio. He-te-ro-se-xual. No podía pedir más. Jamás en mi vida había pagado por un servicio sexual, incluso la culpa clasemediera me hacía dudar de permitirme un masajista, ya era suficiente con el instructor de yoga. “Pero yo soy alquimista”. ¿No te digo? Me venís siempre con la palabra justa. Era imposible no caer en esa red. FOTO 4

Después de idas y vueltas, vino a casa impecablemente vestido y con una camilla armable bajo el brazo. Su sonrisa desatornillaba los cuadros del living. No podía ser tan simpático, pensaba, mientras me acomodaba para tenderme sobre la tela color beige preparando inútilmente una lista de temas para hablar. FOTO 5

“Sácate toda la ropa” me dijo, mientras él quedaba desnudo con una mustia luz que coloreó misteriosamente el departamento. Tenía una verga venosa que le colgaba parda en el medio de los muslos trabajados. “Qué lindo departamento, me hace acordar al de mi novia…” ¡incluso marcando la cancha seguía siendo encantador! ¿pero qué me pasa? ¡Concéntrate! Cada músculo de mi espalda agradecía el paso de sus dedos. La cola se arqueaba cada vez que pasaba sus nudillos por las vértebras y terminaba generosamente en mi ano. Su verga empezó a crecer acercándola levemente a mi cara. Fue ahí cuando supe que había llegado mi momento. Abrí la boca y me tragué los kilómetros venosos de una verga imparable que salía y entraba sin piedad.

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En un movimiento casi teatral se subió a mi espalda y comenzó a repasarme la verga por el culo. Era casi un baile africano, sus manos seguían repasando mi cuello, mis brazos y mis nalgas, se me acercó al oído y me susurró “¿la quieres adentro?”. No necesité asentir cuando él ya estaba preparando el condón y el lubricante. “Nunca cogí con un cliente, pero sos muy lindo, ¿está mal?” me preguntó. “Está todo bien, siempre hay una primer…” ni alcancé a terminar la frase cuando ya la sentía toda adentro de golpe. Me puso contra la camilla y arremetía con furia desatada. Me sentía parte del ritual que se repetía en los ejércitos de los imperios del mundo, cuando los hombres peleaban por el honor y la gloria.

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Esa noche yo era la pieza clave y adentro mío convergían el honor, la gloria y la lluvia láctea de un heterosexual liberado que me azotaba el culo a palmadas pero que también me susurraba ternuras al oído.

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Koch

Autor: Marlon Manhunt

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