Siempre tenemos en la boca a los homosexuales reprimidos. Damos por hecho que cualquiera que nos interese o sea homófobo es automáticamente un gay escondido que no se atreve a salir del closet. Si bien no es del todo cierto, es mejor tener en cuenta ciertos detalles para descubrir si de verdad alguien esconde su orientación sexual. Apóyale y haz caso de estas pistas:
Habla mucho de sexualidad
Si esa persona habla mucho de sexualidad de una forma extravagante, es que algo tiene entre manos. Si a la mínima que conoce a una nueva persona pregunta por sus hábitos sexuales, algo está pasando.
Presume demasiado de sus éxitos amorosos
Por otro lado, si presume demasiado de enrollarse con muchas chicas y de lo genial que es en la cama, pero no tienes más pistas al respecto, sospecha un poco.
Apunta con el dedo a otros gays
Parece el clásico, pero en más de una ocasión se cumple. En mayor o menor grado, todos los homosexuales reprimidos sienten rabia de los gays que están fuera y viven felices. Ellos quieren eso, pero no saben cómo.
E incluso es un acosador
La versión más chunga y oscura es que realmente se convierta en un acosador, uno más del grupo de abusones (siempre son más de uno) que se meten con el chico amanerado de clase. Todo es muy irónico: el acosador puede ser perfectamente gay mientras que el chico acosado es heterosexual, solo que un poco amanerado y con sensibilidad.
No se acerca a otros hombres ni en broma
Los heteros normales no tienen ningún problema en bromear con otros tipos, sean gays o no. En función de su manera de ser, pueden acabar besándose en una noche de fiesta e incluso probar una relación heteroflexible. Si es de los que suelta “yo los respeto, pero mejor lejos de mí”, es que tiene un problema.
Con todo esto no queremos decir que todo aquel acosador que insulte a otro por ser homosexual sea un gay reprimido, pero sin duda un homosexual reprimido cumple estas características, porque necesita sacarlo de alguna forma y lo hace así. Es entonces cuando debemos apoyarles y hacerles sentir que todo está bien y que no hay nada malo en lo que siente.
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Creditos: Alfredo Kerwin