Cada vez más hombres se permiten experimentar su sexualidad con otros hombres. ¿Moda o una nueva forma de vivir el sexo, lejos de los viejos y arraigados estereotipos?
La liberación sexual sigue creciendo. Las nuevas generaciones, en general, asumen con total naturalidad el bi, trans, homo y tantos otros géneros, que años atrás eran casi insultos.
Gran parte de la sociedad, que se define como “normal”, con o sin aceptación de la diversidad, se sigue preguntando las causas de tal cuestión, como si existiera una anormalidad, enfermedad o algún hito terrible que determinó la diferencia.
La pregunta es siempre la misma: ¿son elecciones que hacemos o nuestra sexualidad viene ya impuesta como sello con nuestro nacimiento? Innato o adquirido, la ciencia sigue investigando, pero cada vez hay mayores certezas de bases biológicas prenatales como predisponentes. La orientación sexual, al igual que la zurdera responderían a un patrón biológico.
Los heteroflexibles se definen como heterosexuales y, en cierta forma, lo son. Los encuentros esporádicos que buscan son totalmente libres y sin compromisos emocionales. No son bisexuales. No se enamoran de sus parejas, no ventilan sus preferencias ni desean a los dos sexos por igual.
Para la mayoría de los gays, los heteroflexibles son excelentes amantes. Y es que, como se brindan esporádicamente, en secreto y con tanta curiosidad, lo dan todo. Se dejan, disfrutan y quieren más.
Por su parte, el bicurioso desea encuentros genitales con penetración. No suele besar al hombre ni practicarle sexo oral, aunque sí le gusta recibirlo.
Lejos de ser una moda, el psicólogo Alfred Kinsey ya estableció una escala sobre la orientación sexual humana en 1950. Determinó que, al igual que la escala de grises (de blanco al negro), algunas personas nos sentimos atraídas por personas del otro sexo en la totalidad de los aspectos, otras, en algún porcentaje y algunas otras en ninguna. Ya por los ´50 estableció estos grados: arranca en 0= heterosexual y llega a 6=homosexualidad exclusiva y dominante.
Según su estudio, la mayoría de las personas nos encontramos en los grados 1 y 2.
El heteroflexible disfruta de esta práctica y lo hace por diversión, para salir de su rutina marital, para aprender, por curiosidad y tantos otros motivos personales.
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