- Sólo el 53% de los adultos y el 43% de los niños tienen acceso al tratamiento antirretroviral.
El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) sigue siendo un problema de salud pública mundial. Más de 35 millones de personas han muerto afectadas por este virus. Solo en 2016, un millón. Y según cifras oficiales de la UNAIDS , hoy aún la padecen 36,7 millones de personas en todo el mundo.
Hoy es su día mundial, y muchos todavía siguen confundiéndose con su causante, el virus de inmunodeficiencia humana (o VIH), que, con el tiempo, progresará hacia la falla del sistema inmune, lo que permite que se desarrollen infecciones oportunistas y cánceres potencialmente mortales.
Los antirretrovirales, la clave
Así, el acceso a los antirretrovirales es clave para poder superar la enfermedad. UNAIDS estima que entre 18,4 y 21,7 millones de personas han tenido acceso a terapia antirretrovírica en 2017. Esta cifra oficial representa un aumento respecto a los 17,1 millones de 2015 y a los 7,7 millones de 2010. Cifras muy abultadas que en cambio no esconden la relación de esta enfermedad con la pobreza.
Solo en África, sin ir más lejos, hay 25,6 millones de personas afectadas. Es decir, el 69,7% del total de personas contagiadas en el planeta residen en el continente africano, según datos de la Organización Mundial de la Salud. En Europa esta cifra ronda los 2,5 millones, de los cuales aproximadamente 140.000 viven en España, según la página de Naciones Unidas UNAIDS.
Pero los datos no acaban ahí. De los 36,7 millones de enfermos actuales, solo un 53% de los adultos reciben algún tipo de tratamiento antirretroviral. Y la cifra de menores que reciben el tratamiento es mucho más alarmante: sólo el 43% de los niños y niñas infectados tienen acceso a los antirretrovirales (TAR) de por vida. Sin tratamiento, se estima que una persona afectada puede sobrevivir de promedio, después de la infección, entre 9 y 11 años.
Aunque el tratamiento no es la cura para la infección.
Los antirretrovirales eficaces permiten mantener controlado el VIH y prevenir la transmisión –que ocurre por la transferencia de fluidos como sangre, semen, flujo vaginal, líquido preseminal o leche materna–, para que tanto las personas infectadas como los que corren riesgo de contagio puedan llevar una vida saludable, larga y productiva.
Créditos: La Vanguardia