Si querías tener sexo gay con hombres musculosos y definidos en la Antigua Roma, tu mejor opción era convertirte en gladiador, y esto por que durante el Imperio Romano, que comenzó alrededor del año 753 a. C. la homosexualidad no era vista de la misma manera que hoy.
En aquel entonces, las relaciones entre personas del mismo sexo fueron vistas como una forma de sumisión, donde los jovenes más bellos se otrogaban como premio a los hombres que eran dominantes.
La mayoría de los gladiadores eran esclavos o ex prisioneros condenados. Si bien los datos actuales están algo dispersos, las investigaciones publicadas sugieren que la edad promedio de un gladiador, era de 27 años.
Debido a que muchos de estos hombres fueron encarcelados por sus amos, su capacidad para entablar relaciones sexuales con mujeres fue limitada (en el mejor de los casos).
Para satisfacer sus necesidades carnales, los gladiadores a menudo formaban vínculos sexuales entre ellos, a veces incluso románticos. Esto era algo que se hacía abiertamente.
De hecho, los actos sexuales entre dos hombres a menudo se veían como signos de masculinidad. Según el sitio web, Ancient Origins, los hombres fueron inculcados para tomar la posición “superior” para demostrar su hombría, incluso si esta se ejercia sobre otros hombres.
Vale la pena señalar que no fue hasta el año 390 dC que la homosexualidad quedó prohibida, gracias a los emperadores cristianos. Pero antes de este período de tiempo, el término “homosexual” no existía.
Entonces, ¿cómo ocurría el sexo gay entre los gladiadores? Bueno, de acuerdo con los libros escritos por los estudiosos sobre este tema, por lo general se producían en forma grupal, en una alianza entre 4 y 6 hombres que tomaban a un recluta joven y lo penetraban por turnos… No sabemos si con o sin su consentimiento.
Lo que sí sabemos es que el objetivo de “sexus coetus” (nombre que se le daba en la época) era la de ayudar al aprendiz a aprender a lidiar con el dolor. En muchos sentidos, este comportamiento refleja el duro entrenamiento dado a los nuevos reclutas del antiguo ejército romano. Incluso llegaron a documentarse casos de jóvenes que se ofrecian como voluntarios ser atacados sexualmente hasta por hasta 15 hombres en un mismo día.
Como gladiador, no podías negarte a este tipo de entrenamientos. Hacerlo te hacía merecedor de la etiqueta de ser débil.
Para estos combatientes masculinos antiguos, la interacción oral y anal se consideraba la última experiencia de unión. De hecho, aceptar ‘la semilla’ de otro gladiador era el equivalente a beber la ambrosía de Júpiter… O dicho de forma cruda y directa: Aceptar el semén de otros, era un potenciador para tu fuerza, pues el semén era el líquido vital más importante, después de la sangre.
Las relaciones románticas también fueron parte de la mezcla. En estas situaciones, casi siempre eran consensuadas. Debes recordar que estos hombres se mantenian siempre cerca el uno del otro, incapaces de abandonar las crudas y oscuras celdas en las que se encontraban.
Debido a que sus vidas podrían terminar en cualquier momento, se cree que muchos aceptaron tener amantes masculinos para darles sentido a su realidad. Esto no quiere decir que estos hombres fueran “homosexuales”.
¿Algunos de estos hombres eran bisexuales? Posiblemente. ¿Eran homosexuales? Quizás. Pero en el análisis final, realmente no importa. Lo importante es que hace 2000 años, las relaciones entre personas del mismo sexo eran normales y aceptadas. La diferencia radica en cómo fueron vistos por la sociedad.
Créditos: MEN Magazine Gay