Llevaba dos años de relación con mi novia, ella es una mujer que me demostró su amor de distintas maneras, pero debo confesar que era algo cerrada con respecto a algunos temas, sobre todo cuando hablamos de sexo.
Yo no tengo miedo a experimentar cosas nuevas, eso me gusta, pues al final es una nueva experiencia, así podemos salir de la rutina, hay algo en ella que le aterra salirse de lo que comúnmente se puede hacer en la cama.
Eso llegó a un punto que me fastidió, aunque casi todos los días teníamos relaciones sexuales, yo los últimos meses buscaba excusas para no tenerlas, ya sabía lo que pasaría, misionero, ella arriba, ella abajo, algunos besos y fin, se acaba todo.
No había más emoción, estaba cansado, de hecho, ya se me dificultaba excitarme, ella no usaba lencería sexy, no había juegos y las ocasiones donde yo se los proponía siempre era no, que no le parecía adecuado.
Eso lo pude soportar, porque yo la quería, el sexo no era lo principal en nuestra relación, siempre buscaba valorar otros aspectos, además creí que con el tiempo ella tendría confianza para hacer algo diferente, pero eso no pasó.
En ese lapso donde yo no sabía que hacer para mantener la relación, conocí a Octavio, es un chavo muy buena onda, a todo dar, nos conocimos en la universidad, aunque él estudia en otro grupo, un día coincidimos en un evento deportivo.
Ese día yo decidí ir solo, Belén se quedó atendiendo unos asuntos personales, no había problema, necesitaba espacio para pensar, cuando llegué me senté en una banca que estaba sola, de ahí podría mirar todo el partido.
Entonces se acercó Octavio y me dijo si se podía sentar, yo solamente moví mi cabeza para decir sí, mientras pasaba el partido, él parecía muy emocionado, eso llamó mucho mi atención, la pasión con la que estaba disfrutando.
Así que comenzamos a charlar sobre lo que estaba pasando, de las malas jugadas, cosas de deportes, cuando el partido se terminó nos despedimos, pero me dio su número de celular por si algún día necesitaba un compañero para ir a otro evento deportivo.
Desde ese día comenzamos a charlar, le enviaba mensajes, él me enviaba mensajes, comenzó una amistad, pero muy pronto y sin darme cuenta se convirtió en una atracción hacia esa persona, no lo entendía pues tenía novia y no me gustaban los hombres.
Una noche me invitó a su casa después de un partido, yo acepté, compramos algunas cervezas, nos sentamos a charlar, hice una pregunta que cambió todo: “¿Has estado con otro hombre?”
Él solamente sonrió y me contestó: “Por si no te habías dado cuenta, soy gay, así que sí, he estado con otros hombres; yo no sabía qué hacer, me sentí muy tonto, no me había dado cuenta de eso antes”.
Notó que estaba incómodo por no saberlo, pero sólo me abrazó y me dijo: “Tranquilo, no pasa nada, pero ¿por qué la pregunta?; solamente respondí que yo no, pero que sentía curiosidad de saber cómo se sentía”.
Me besó, de ahí no pudimos parar, estaba disfrutando tanto ese momento, él también, tocaba mi cuerpo en los lugares justos para despertar mi pasión, me hacía cosas que nunca antes me hubiera imaginado.
Terminamos desnudos en su cama, cuando entró en mí sentí un poco de dolor, pero también una excitación que no había experimentado, no quería que se detuviera, fue muy caliente, mi cuerpo estaba conociendo sensaciones nuevas.
No fue la única vez que estuvimos juntos, hubo más, aunque yo dejé a mi novia, comencé una relación con otra chava, él no merecía estar esperando algo que tal vez no pasaría, disfrutaba del sexo, pero no sabía si quería algo más, así que inició una relación y es muy feliz, ahora solamente somos muy buenos amigos, aunque debo confesar que extraño estar con él.