Hace algunos meses Usiel se unió a mi equipo de fútbol, es un chavo atractivo, alto, cuerpo definido, sus ojos son azul celeste, su cabello oscuro, realmente desde que lo miré me pareció alguien muy guapo y sentí algo muy especial.
En este equipo saben que yo soy gay, no tienen problema con eso, pues saben que juego muy bien, al contrario, cuando han tratado de ofenderme personas de otros equipos ellos son los primeros en defenderme.
Siempre me he sentido muy protegido y seguro con ellos, no me tratan diferente, soy uno más, pero Usiel no sabía esto, pues tampoco es algo que se ande divulgando a todos, por mí está bien mantenerlo entre nosotros.
Pero con la convivencia él sospechó que era gay, sin embargo, no me dijo nada, siempre fue respetuoso y procuraba no hacer algo para incomodar, yo le agradecía eso, pero se notaba que algo no estaba del todo bien.
Así que una tarde de entrenamiento, en el descanso me acerqué a él, quería platicar y confirmar sus sospechas, al final ya era parte de nuestro equipo, me senté en el pasto a su lado, no sabía ni que decir en ese momento, realmente me ponía nervioso.
– “Hola Uriel, ¿cómo has estado?”
– “Hola Julián, muy bien, tú ¿qué me cuentas?”
– “Nada en especial, oye sé que tienes algunas sospechas sobre mi sexualidad, así que me gustaría dejarte claras algunas cosas, sí soy gay, nadie del equipo tiene problemas con eso y espero contigo fuera igual”.
– “Algo había notado de eso” respondió, “mi familia creo que jamás aceptaría que yo tuviera un amigo como tú, son de mente muy cerrada, por eso cuando vienen trato de alejarme lo más posible”.
En ese momento me quedé sin palabras, sabía que no podía esperar la aceptación de todos, además esto podría ocasionar problemas en el equipo, por las divisiones, lo que menos quería era perjudicar de alguna manera a mis compañeros.
– “Te agradezco tu sinceridad, de verdad no sé qué deba decir en estos momentos, pero entiendo que no todos me pueden aceptar”.
– “Yo nunca dije que no te aceptaba, he dicho que mi familia no estaría de acuerdo, pero debo confesarte algo, yo también soy gay, no te imaginas lo que he sufrido por no poder ser libre, sentirme aceptado por las personas que quiero, siempre debo actuar como heterosexual, ya estoy cansado de eso, solamente mis amigos más cercanos y tú lo saben”.
Uriel me estaba confiando algo que había guardado en su pecho por mucho tiempo, sabía que necesitaba el apoyo de mi parte, no le podía decir al resto de chicos, ellos no podían enterarse todavía.
– “Entiendo esa parte- le contesté- pero ¿por qué me lo cuentas a mí?”.
– “Desde el primero día de entrenamiento sentí algo muy especial al mirarte, no te dije nada por no estar seguro, pero sentí algo muy extraño en mí estómago, creo que llamaste mi atención, eres un chavo muy lindo y tu personalidad es única”.
– “Tú eres más guapo, debo confesar que también sentí algo por ti, no sé ni cómo explicar, pero jamás imaginé que me podrías corresponder, tampoco ando detrás de todos los hombres que me llaman la atención” le dije.
No podía creer que ese chico se hubiera fijado en mí, creo que el destino nos tenía preparado juntar nuestros caminos, sólo había un problema, su familia jamás aceptaría algo así, ambos estábamos seguros que había algo especial entre nosotros.
Desde ese día comenzamos a salir más juntos, a conocernos y ver si realmente podíamos estar juntos, siempre a escondidas de su familia, ahora llevamos un tiempo juntos, ha sido algo maravilloso, hemos vivido grandes momentos de felicidad.
Queremos hacer formal nuestra relación, pero él tiene temor a todo lo que pueda pasar, está dispuesto a enfrentar a su familia para estar mi lado, yo haría todo por él, estamos seguros que somos almas destinadas a estar juntas.
Créditos: Men Magazine Gay