El ser humano tiene sentimientos, mal que les pese a muchos. Tratamos todo el tiempo de vivir en una frialdad y disociación extrema del sexo y el amor, producto seguramente de unas adolescencias controvertidas y una falta total de creación de lazos afectivos.
Somos conscientes de que el hecho de que te guste alguien de tu mismo sexo no es un camino de rosas y, por mucho que hayamos avanzado, tendemos a optar por el modelo sentimental que sea lo menos doloroso posible y que menos implicación emocional nos suponga, revistiéndolo de liberación sexual.
El súmmum de esta absurda situación reviste directamente en el rol que se está imponiendo en las parejas homosexuales del siglo XXI. Relaciones abiertas en las que, en la mayoría de los casos, se tratan de solventar otro tipo de problemas más profundos con cantidades ingentes de sexo con otros tíos cuando, quizás, lo suyo sería tener vidas separadas. Y punto.
Tampoco hay que ser súper conservador con el modelo de relaciones, entiendo que haya quien tenga una visión más liberal y apueste por tríos, intercambio de parejas y otros modelos más aperturistas, porque es un añadido a la relación normal de pareja. Pero el concepto de pareja abierta actual en el mundo gay es el mayor timo del mundo moderno.
Se puede follar con quien se quiera, cada día, con muchos chicos distintos, casi nunca con el tuyo, pero al llegar a casa ves una película con tu maridito cogidos de la mano.
¿Qué sentido tiene entonces considerarse pareja? Eso no es un novio para mí, es un compañero de piso.
¿Qué factores influyen entonces para que este tipo de parejas sean tan populares entre los mayores de 30 años? La necesidad de una estabilidad de cara a la galería y a nivel personal, el miedo a la soledad, dinero, papeles y múltiples paranoias que hacen que, ni tengas una relación real con tu chico ni puedas establecer lazos reales con otros que quizás serían mucho mejores como compañeros sentimentales.
O quizás el problema sea que creo mucho en el amor y por eso me cuesta asumir ese sistema de lavar los platos con tu chico pero luego acostarte durante la semana con el brasileño, el alemán, el camarero y el relaciones públicas que conociste que la última bacanal.
¿Qué opinas tú?