Mujer de 55 años, ícono sexual mundial. Para algunxs ícono gay para otrxs ícono feminista… Lo que sí es cierto -y lo ha demostrado en sus tres décadas y media de carrera musical- es que si te descuidas, Madonna te pone en cuatro. ¡Mamita!
Madonna posa divina bajo el lente del fotógrafo de moda Steven Meisel para el famoso y polémico libro “Sex” de 1992.
En el mundo de Madonna el objeto sexual no es ella, eres tú ¡Cuidado! Ella te busca, te calienta y te posee, pero es ella la que decide cuándo y dónde. Es de esas mujeres que cuando le gusta alguien, camina -o se desliza, no como otras arrastradas de la industria que andan por ahí-, te encara y te obliga a que la montes imperiosamente, a que estés a su altura. No necesita de artilugios, poses de gatita ni tetas descomunales para atraer a quien desea, simplemente aparece y reafirma la celebración y el goce del sexo desde su condición de mujer libre, democratizando la idea de una mujer protagonista, dueña y señora de sus acciones. Y nunca se puso un vestido de carne.
Por supuesto que esto no ocurrió de la noche a la mañana, ¿Qué te pensás? Para que su historia trascendiera a nivel mundial, se necesitó que una morocha del interior de 18 añitos de edad y con $35 dólares en el bolsillo se embarcara desde su pueblito hacia la gran ciudad, donde viajó por primera vez en taxi la pobre. Los madonnistas la imaginarán descendiendo del auto en tacos y con un tutú rosa pero eso sólo le pasó a Carrie Bradshaw unas exasperantes 94 veces en la apertura de “Sex and the City”. No. Madonna Luisa Verónica llegó, probablemente en skechers, directo a trabajar a un Dunkin’ Donuts y como bailarina sustituta para otros artistas. Pelo negro, flaca fibrosa, sin culo, sin tetas, con un -ahora icónico- espacio entre los dientes y una ambición desbordante.
Encontró el camino abriéndose paso con las bandas “El Club del desayuno” -claro, con un nombre así- y la banda “Emmy” por la que un sello discográfico de la Warner Bros. decidió contratarla como solista. En el medio trató de convertirse en estrella de cine, enviando una divertidísima carta al director de la película independiente “A certain sacrifice”, consiguiendo su primer papel en 1979. Yo ni había nacido. El éxito musical vendría después en 1984 con su segundo álbum de estudio “Like a Virgin”. Podríamos hablar interminablemente sobre cada uno de los álbumes de la artista y los detalles de su vida, pero lo que nos interesa aquí es cómo se convirtió en el único ícono sexual-feminista-gay vivo -hasta ahora- de la cultura popular.
Un poco comparte eso de “ícono sexual” con la primera ambición rubia, Marilyn Monroe. Un poco también lo tomó prestado. Recordemos el clásico de los musicales “Diamonds are a Girl’s Best Friends” de la película “Los caballeros las prefieren rubias” y su transformación en el famoso videoclip de la cantante, “Material Girl”.
“Material Girl” – 1985.
La imagen del video supone la transmutación de Madonna en la piel del ícono sexual femenino más grande de todos los tiempos. Aunque su intención no era apoderarse de la voluptuosa imagen de Monroe, sino ironizar la compra del amor con joyas y dinero. Sus productores buscaban que la ya famosa virgen-rebelde fuera vista como una mujer, una diva. Y así fue, Madonna heredó el título de “chica material” -buscaría distanciarse del mismo en su “período espiritual” a finales de los noventas- y dejó las horribles bandanas ochentosas y las minifaldas rasgadas para convertirse en un símbolo sexual.
A partir de ese momento y a través de los años, Madonna se convirtió en un mensaje. Ya no era sólo una superestrella que publicaba álbumes y salía de gira, sino que -cual militante feminista o transexual- comenzó a ‘ponerle el cuerpo’ a su visión de la libertad sexual, la liberación femenina y la liberación LGBT. Los noventas serían el punto más alto y caliente de su “militancia” en el escenario, aunque nunca claudicó la “lucha”. A partir del Blond Ambition World Tour comenzó a imponer su estilo y coreografías eróticas donde su vagina, sus tetas y su deseo eran protagonistas. Sus coreografías también introdujeron el lesbianismo, la homosexualidad masculina y la transexualidad como opción -¡qué más querés!-. Eran tiempos donde estos temas no estaban tan instalados.
Por otro lado, ¡cómo olvidar el símbolo más visible de su feminidad, y a la vez, su protesta sexual más grande en escena!: el sujetador de conos creado por Jean-Paul Gaultier. Estrujando sus manos contra esos conos puntiagudos, Madonna convierte sus tetas en un par de pitos erectos.
En el video podemos ver que es ella la que tiene el control; la que ‘hace con su coño lo que le da la gana’; la que levanta al hombre, la que se lo folla; la que baila con traje masculino representando a la mujer sexualmente activa.
“Express yourself” – Blond Ambition World Tour, 1990.
“Express Yourself” es una carta abierta a las féminas sobre la igualdad en el amor y en la cama, también un derroche de cuerpos musculosos sudados y listos para la acción -que nunca están de más, hay que decirlo-. Uno de los videos más homoeróticos de la artista. “Vogue”, por su parte, es LA canción de culto gay, aunque no va a faltar el que lo niegue, ¡herejes!. Madonna se inspira y rescata el “vogueing”, un estilo de baile de las discos del Harlem de los sesenta, donde afros y latinoamericanos se juntaban para hacer las poses de las portadas de la revista. Blanquea lo gay, lo afro y lo burlesque en un hit tributo a la época dorada de Hollywood. Madonna más culta que vos querido.
Lo que sin lugar a dudas la terminó de convertir en el símbolo mediático de la post-revolución sexual y la divorció del feminismo anti-porno fue el libro ”Sex”. Publicado en 1992, -coincidiendo con su quinto álbum de estudio “Erótica”-, es considerado una obra de arte post-feminista que exalta la liberación sexual y queer después de la represión y el infierno del sida en los años ochenta -¡cuánto vocabulario!-. Mientras el showbiz y la industria pornográfica se hace millonaria con las tetas ajenas, ella prefirió publicar las suyas y dar su visión del sexo al mundo. El libro fue pionero en su género e incluye varios relatos sexuales y prosa poética de su autoría ilustradas con fotografías eróticas de relaciones lésbicas, homosexuales, de dominación y sadomasoquismo, porque al que le gusta, le sabe, y el que no le gusta, lo lee. Es una forma de reivindicación de sí misma y del colectivo LGBT. En la introducción Madonna escribe: «Este libro es acerca del sexo. El sexo no es amor. Y el amor no es sexo. Pero lo mejor de ambos mundos se logra cuando vienen juntos».
Imágenes de “Sex”, libro completo.
Aunque ustedes no lo crean, Madonna Luisa ha sido materia de estudio de filósofos, expertos en estudios culturales y de género, sociólogos y hasta especialistas en marketing. Numerosas publicaciones -con pomposos títulos- han recorrido el mercado del libro: “De Heggel a Madonna¨ de Robert Miklitsch, “Madonnarama: Ensayos sobre sexo y cultura popular”, de Lisa Clark y Paul Smith, “Madonna: un mito posmoderno” de Georges-Claude Guilbert, entre otros.
Algunos la idolatran, otros tratan de desarmar el mito, pero la mayoría de estos estudiosos de la cultura popular coinciden en que desde su aparición en el mundo del espectáculo, Madonna contribuyó a masificar la post-revolución sexual, a sublimar la cultura gay, a reivindicar a la mujer como sujeto de deseo -la mujer que folla y no que se la follan-. Y aunque para muchxs su empoderamiento del género es individualista y consumista, para otrxs en cambio, sus fines comerciales no deslegitiman su aporte a la liberación sexual femenina.
Quedaste lacia, ¿no?
-Koch
