Parece una asignatura cada vez menos pendiente. Los primeros deportistas en dar a conocer sus orientaciones sexuales públicamente, lo hicieron una vez dejaron el deporte al que se dedicaban. Los tiempos están cambiando y finalmente, después de años de lucha, los reclamos de todos los colectivos LGBT del mundo están siendo escuchados. La mentalidad de la sociedad occidental está acercándose lenta pero decididamente hacia un futuro de igualdad y diversidad sexual que debemos celebrar.
Tom Daley, el saltador de trampolín británico (medallista olímpico) de 20 años, salió del clóset el año pasado con este popular video que ya lleva más de once millones de visitas.
La visibilidad del colectivo LGBT es fundamental en la lucha contra la homofobia y contra todo tipo de violencia y/o discriminación hacia las orientaciones sexuales, identidades de género e identidades de expresión de nuestra comunidad. Salir del clóset es un acto de militancia, de valentía activista, de amor propio, de lucha y convicción. ¿Qué tiene de grandioso que algunos deportistas o personalidades/celebridades salgan públicamente del clóset? ¿en qué te cambia la vida? Son preguntas que quizás algunos se estén haciendo. A lo que cualquiera de las historias de luchas minoritarias, desde la de los afroamericanos y sudafricanos hasta el más recalcitrante feminismo, responderían a viva voz: tiene toda la importancia del mundo. Mientras más visibilidad tenga una minoría, más fuerte y claro se hace escuchar. Mientras más representantes tengamos en nuestra sociedad, en este caso deportistas, nuestro reclamo se hace más fuerte, los prejuicios y estereotipos disminuyen y la pluralidad de voces se engrosa.
Por otro lado, para los deportistas que salen del clóset, el reconocimiento es doble. No sólo están expresando libre y abiertamente su orientación sexual al mundo, sino que lo hacen desde un contexto bastante homofóbico. Es de conocimiento público, y hay casos tristes y lamentables documentados, que los ambientes deportistas son un medio difícil y, podría decirse, salvaje para salir del clóset. Generalmente en deportes como el fútbol, el baloncesto, el rugby, el boxeo (y podría aplicarse a casi todos) se reproducen esquemas de machismo y heteronormatividad (entendida como la heterosexualidad obligatoria, el régimen social, político e incluso económico a través del cual se impone un único modo de desarrollarse en la sociedad), que se retroalimentan de mecanismos sociales como la marginalización, la invisibilización, persecución y discriminación de lo homosexual. La idea básica (como ellos) que sostiene la heteronorma es la negación y persecución de todo lo que esté afuera de los géneros “varón” y “mujer”, de las relaciones sexuales y maritales entre personas de distinto sexo, y que cada uno, varón y mujer, cumple un distinto rol en la sociedad, siendo el de esta última, inferior, débil.
De manera que hay que celebrar la visibilidad de estos hombres y mujeres deportistas. Ellos y ellas están luchando por un medio deportivo (y, sin lugar a dudas, un mundo) más inclusivo, más igualitario y diverso. En un mundo en el que cada día se registran miles de ataques homofóbicos y crímenes de odio por minuto, en el que hay países donde expresar la orientación sexual o identidad de género está penalizado con penas de cárcel, cadena perpetua, e incluso con la pena de muerte, urge que nos hagamos presentes, que expresemos abierta y vehementemente lo que somos y nunca dejaremos de ser, que salgamos del egoísmo y la indiferencia para luchar inalienablemente por nuestros derechos y los derechos de quienes en pleno siglo XXI aún siguen OPRIMIDOS.
– Koch