Poco se sabe de la turbulenta y ermitaña vida de este gran artista estadounidense. Los datos que se tienen son mínimos y post-mortem.
Que formó parte de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos y trabajó para el Pentágono. Que ocultó su homosexualidad hasta los cuarenta. Que una vez jubilado y todavía en el clóset conoce al cineasta y fotógrafo Bob Mizer que lo anima a publicar sus dibujos. Que muchos de ellos fueron quemados y destruidos por él mismo en histéricos -imagino- ataques endofóbicos y de auto-sabotaje.
Que nunca hizo parte de la escena o ambiente gay por temor a ser descubierto por sus ex-compañeros militares o que le retiraran la jubilación. Un poco paranoico, digamos, aunque eran otras épocas.
Si bien su vida no es un dechado de acciones activistas en pro de nuestra comunidad, su trabajo artístico es un legado que aporta y suma visibilidad a nuestra lucha histórica por alcanzar una sociedad más igualitaria.
Su nombre de pila es su nombre real. Ya jubilado comenzó a publicar sus dibujos en revistas como la Physique Pictorial Magazine de Los Ángeles y en importantes publicaciones afines. Así que, por lo menos, no quiso esconderse más detrás de algún alias patético aunque su salida del clóset haya sido traumática. Al menos, para él.
En una carta que le envía a su colega Tom Jones en 1960 le cuenta que quedó horrorizado cuando estuvo en sus primeras fiestas gay, citando: “¡Toda esa gente era todo lo que había escuchado sobre ellos! Todas las cosas que evité durante mucho tiempo eran ahora parte de mi vida”. Claramente, un tipo no muy feliz y -aún- traumado.
Autobiográfico.
En alguna ocasión confesó que si nunca hubiera estado al límite, no hubiera tomado la determinación de salir del clóset. Y lo dice por sus primeras experiencias gays en Europa, mientras estaba en misión.
Y es que si no las hubiese tenido no se hubiera molestado en pintar a estos hombres ultra-dotados, ultra-machos y viriles. Por otro lado, no me quiero ni imaginar lo que fueron esas fogosas fiestas entre soldados de las que hizo parte porque corto el discurso y no me sacan más de ahí. De Harry no queda ni el título.
Pero, volviendo a Bush, y específicamente a su legado, hay que decir que son pocos los catálogos dedicados al arte homoerótico tan maravillosos. Por no decir, originales. Yo lo conocí por la unión del coleccionista de arte Robert Mainardi y la editorial Green Candy Press que publicaron un libro —un catálogo de su obra- titulado “Hard Boys”. El libro ha remediado para siempre la oscuridad en la que el artista había quedado, además de publicar muchos dibujos inéditos.
No comments.
Su trabajo es homoerotismo casi naturalista, a excepción de los crecidos miembros y abultados culos, característica que agradecemos al género. Steve Masters es muy frío, Etienne excitante y Tom de Finlandia está muy arriba, de hecho muchos otros artistas homoeróticos copiaron, casi impunemente, a sus hombres uniformados y leñadores lactescentes.
El nerd que consiguió lo que las porristas querían.
Sin embargo el fino trazo naturalista de Bush y los temas que abordaba lo distancian del legado de Tom. Y enhorabuena, porque queríamos ver algo diferente. Harry dibujó deliciosos chicos en distintas situaciones, mostrando debilidad por los colegiales, acción entre estudiantes y profesores o coachs, escenas de sexo público entre hombres marcados, pero sobre todo un humor nunca antes visto en el género.
El poder lactescente.
Have a good one 😉
– Koch