Los fetiches con uniformes son el alimento de muchos a la hora del sexo. Hay una
relación cultural interesante en la elección de la profesión fetiche o el objeto que conduce
al placer.
Los policías y bomberos me pueden. Cada vez que veo pasar a estos chicos vestidos de
azul y negro no puedo evitar mirarlos, buscar ranuras por donde se escape algo de piel,
camisas apretadas, músculos vibrantes, miradas serias y bultos aprisionados.
Pie de foto: Miguel Pimentel, sexy latino de la NYPD, instagramer famoso.
Pie de foto: Guilherme Leäo, otro policía famoso en las redes, esta vez en el subte de
Sao Paulo, Brasil.
A los bomberos es difícil cruzarlos por la ciudad, a menos que estés teniendo un mal día
o tengas la suerte de un encuentro sexual con uno de ellos. Si es lo segundo,
seguramente querrás hacerlo cuando tenga el uniforme puesto. He tenido un par de
encontrones memoriosos. El conjunto de uniforme, actitud y espacio semipúblico
conforma el morbo completo.
Militares, policías, enfermeros, médicos, bomberos y hasta profesores entran en la lista.
Que es larga porque en la variedad está el placer. Sin embargo, las profesiones
mencionadas no sólo son vitales para nuestro engranaje social sino que también
representan autoridad en sus respectivas áreas.
Y la autoridad calienta, señores. Ya sea que la ejerzas o la recibas, la autoridad juega un
papel importante en las relaciones sexuales. Incluso para algunos, el eje central. De
hecho en el desarrollo del acto sexual cumplimos roles, hay un pasivo y un activo, y se
puede invertir si hay versatilidad, pero siempre alguno lleva la batuta.
Y no está mal querer ser sumisos o someter a nuestro amante, siempre y cuando sea de
común acuerdo y para generar placer. Hay que sacarse de la cabeza la moralidad en el
sexo: lo que “está bien” o “está mal” en la cama no existe. El sexo es tan diverso y
múltiple como las personas. Las relaciones sexuales también son un juego de poder.
Dicho sea de paso, hay que mirar atrás en nuestra joven historia del sexo, que antaño se
consideraba perverso que una mujer tuviera una posición sexual activa en el acto con un
hombre. Y si eran dos hombres, ni te cuento. Todavía hay países que penalizan la
homosexualidad con la pena de muerte, así estamos en el mundo. Así que, siendo
homosexuales y hablando de lo que nos reúne, hay que sacarse las ideas moralinas y
retrógradas de la cabeza, y hay que hacerse cargo de lo que nos calienta, lo que nos da
placer.
Que si las botas militares, los pantalones de los policías, los calientes “overoles” de los
bomberos, las batas de los médicos y/o maestros. Lo que está debajo… ¿Te calienta la
macana o bolillo de ese policía que siempre te cruzas y te mira con cara de sexo? Bien,
no hay que avergonzarse. Avanza si te da espacio, teniendo cuidado que no sea un
homófobo pescando a quien extorsionar, hay mil historias…
Mientras más libre sea una persona sexualmente, más libre será su mente. La libertad es
un estado mental, y en el terreno sexual, solamente se la concede cada uno y el permiso
que nos demos para experimentar el placer. Esto ya suena como a consejo de la
Rampolla. A disfrutar más y abrir más las piernas y la mente.
¿Cuáles son tus fetiches sexuales? ¿Te calientan los policías, militares o bomberos?
¿Tienes alguna historia con alguno? Opina y comparte esta historia.
Koch.