Con frecuencia la creación de un hijo, concebido con un amigo gay, lleva a la construcción de relaciones armoniosas, a la vanguardia del concepto moderno de familia, haciéndolo cada vez más común.
Este es un arreglo que en las últimas décadas se ha convertido en cliché: hombres homosexuales que donan esperma a las parejas de lesbianas para que puedan concebir a sus niños biológicamente.
El acuerdo fue consagrado en Queer as Folk, una de las series televisivas queermás influyentes, y ha sido estudiado por un número considerable de investigadores. Algunos de los niños se refieren a ellos como “papás donantes”; otros simplemente los llaman por su nombre. En el amplio espectro de identidades queer, estos hombres son padres en el sentido literal, y sus vidas han sido cambiadas para siempre por sus relaciones con las madres y sus hijos.
¿Cómo es la vida de un hombre gay que ha donado esperma a una pareja de lesbianas? Muchos de ellos no habían siquiera considerado ser padres hasta que les pidieron su esperma; otros imaginaron que algún día lo serían, pero no habían resuelto ni pensado en los detalles. Cada situación es completamente singular, desde si, o hasta qué punto, el donante podrá participar de la vida del niño, hasta cómo se protegerían los derechos de cada parte.
Discusiones entre las madres y sus donantes a propósito del apoyo económico o los derechos de custodia, hacen titulares, pero con mayor frecuencia la creación de un retoño biológico, concebido con un amigo gay, lleva a la construcción de relaciones armoniosas, a la vanguardia del concepto moderno de familia, haciéndolo cada vez más común. Abajo, cinco hombres gays le cuentan a VICE sobre los efectos profundamente individuales, a menudo triunfantes, de ser un donante de esperma de queer a queer.
Mike
Fue alrededor de un año antes de decir que sí. Entonces empecé a cuestionar si no quería tener un familia, si no creía que merecía una. Cuando hablas con gays mayores que sobrevivieron al SIDA, ellos ni siquiera pueden creer que están vivos. La idea de tener un hijo o un legado, era algo que tenía que pensar, si soy honesto.
Encontré una homofobia subrepticia en las clínicas. Por ejemplo, la donación solo podía hacerse entre parejas que fueran sexualmente activas, así que tuvimos que fingir que éramos una pareja sexualmente activa. La clínica además solo tenía porno hétero. Así que cuando decidimos hacer la inseminación en casa, bromee sobre cómo podría por fin ver porno gay.
Nuestra niña ahora tiene cuatro años. No soy una presencia constante porque viven lejos de la ciudad de Nueva York, donde yo vivo. Pero definitivamente hay una conexión; nos parecemos. Hago un esfuerzo concertado en no decirle “soy tu papá” por ahora; de pronto lo hago después, cuando ella entienda lo que está pasando. Por ahora soy solo Mike. Mi amiga me contó que hace poco le dijo a la nena que “yo ayudé un poco”. Lo que puede ser la manera más sencilla de darle la primera prueba.
Constantemente siento culpa por no estar compartiendo suficiente tiempo con ellas, pero siempre estoy trabajando. De hecho escribí sobre mis aventuras a propósito de la donación en un e-book, Spermhood: Diary of a Donor, que también convertí en un show con el que estoy de gira. La manera como me reconforto es diciéndome: “Bueno, cuando sea grande y pueda limpiarse sola la cola, y decirme que tiene hambre, podrá venir conmigo a donde sea”.
Clinton
La hermana de la madre es mi mejor amiga, de hecho fuimos juntos al Bible college. Fue por esa época cuando salí del closet, ella [la hermana de mi amiga] también estaba reconociéndose como lesbiana. La iglesia en la que nos criamos estaba enseñándole a mi amiga a rechazar a su hermana, y tratando de llevarme a terapias conversacionales.
Más o menos doce años después de la universidad, me preguntaron si quería ser donante de la hermana de mi amiga y su esposa. No lo dudé un segundo, respondí que por supuesto que quería. Acababa de concluir mi deberes con la fuerza aérea de Hawaii, y un amigo me invitó a San Francisco un par de meses, para la donación.
No estaba seguro si quería tener hijos para mí, pero sabía cuánto amor le podrían dar los familiares de mi amiga, y lo inteligentes que eran. Acordamos mutuamente que yo debería hacer parte de sus vidas, lo cual para ellos fue un gran alivio porque piensan que es importante para un niño que conozca a su padre.
Ahora tiene cinco años y ya empezó hacer preguntas. Es muy inteligente. Se lo tratan de explicar con muchas palabras y ella solo les responde como: “Entonces el tío Clint es mi papá”. Como diciendo: “No hagan un mierdero, damas, estoy resolviendo eso”. Y ellas le responden: “Sí, es tu padre”. Estamos dejando que pase orgánicamente.
Conocí a mi actual esposo mientras mi amiga estaba embarazada, y le dije: “Oye, hay algo que deberías saber. Han pasado catorce años desde que mi familia y yo nada que ver, pero estoy construyendo mi propia familia”. Fue súper solidario y apoyó toda la situación. Conocimos a mi hija por primera vez a sus tres meses, y simplemente nos enamoramos. El año pasado cuando nos casamos, mi hija fue pajecita y su madre se sentó a mi lado. Somos una familia.
Vivimos en la ciudad de Kansas, y ella vive en San Francisco, así que es difícil. Pero hemos acordado vernos al menos cada dos o tres meses. Siempre cuando se va, hay una parte de mí que queda rota. Pero a donde quiera que vaya, ella sabe que está rodeada de amor. Es en serio la niña más feliz.
Solomon
Nos conocimos en 1999 cuando trabajaba como modelo, ella apareció en una reunión de almuerzo en Los Ángeles. Nos llevamos bien y ella despreocupadamente me dijo: “si alguna vez tengo un hijo, amaría que fuera tuyo”. Le dije, “total”. Creo que estaba destinado a ser fácil.
Años después en nuestra amistad, se convirtió en un tema de discusión más serio, “Hagámoslo antes de los treinta y cinco” o “antes de que yo tenga treinta y siete”. Siempre he vivido entre las dos costas, así que una semana antes de que regresara a Nueva York, me contó que había estado intentándolo con alguien y no estaba funcionando. El énfasis fue un ultimatum. Nunca pienso dos veces. Hice la donación en el banco de esperma y me mudé a Nueva York. Como al año, todo despegó.
Al principio pensamos que iba a ser un bebe de las dos costas, como si pudiera enviarse por FedEx. Siempre dependió de mí qué tanto quería involucrarme. Pero cuando regresé a Los Ángeles por el baby shower, supe que necesitaba tener un papel activo en la vida de la niña, lo que significaba mudarme de regreso. Terminamos viviendo juntos. Tenemos un agradable lugar de tres cuartos, en donde dos padres solteros crían a su chica juntos. Es algo medio 1960, medio 1860.
Yo soy el producto del sexo casual, y nunca conocí a mi padre más allá de unas breves, y algo explosivas, interacciones. Durante el embarazo, me senté con un viejo amigo, y me dijo: “Tienes dos opciones: eres un tío, o eres un papá. Si eres el tío, te quedas en la costa este y tienes una vida centrada solo en ti, tipo Peter Pan, o te regresas y crías a tu bebé”. Entre más nos acercábamos a la fecha del parto, más me gritaba mi corazón que tenía que hacer parte de la vida del bebé, sin importar qué.
Cuando nació mi hija, todavía vivía con dos personas más, y estaba en la búsqueda de planes de Acción de Gracias, completamente solo. ¿Quién iba a imaginar que esta era la familia que buscaba? no cambiaría nada de esto por nada del mundo.
Más de estas historias ingresando a Vice.com